Recuerdo cuando, hace años, algunas personas me decían que las empresas iban a dejar de necesitar tener página web, que con tener una página de empresa de Facebook era más que suficiente.

 

Hoy sabemos que la página web es la «casa digital» de cualquier negocio que se precie y que, aunque tengas página de empresa en Facebook o un perfil de Instagram, tus potenciales clientes buscan tu web y se hacen una imagen positiva (o negativa) de tu negocio al verla.

Y ¡ojo! Que esto te lo digo no sólo como diseñadora web, sino como gestora de redes sociales también.

Las redes sociales cumplen una parte de la estrategia digital: la comunicación activa con tus clientes y con tus posibles clientes. Pero la página web es el lugar al que acuden cuando ya están pensando en comprar tus productos o servicios.

¿Te imaginas que, cuando esto ocurra, se encuentren con una web antiestética, lenta al cargar, y que parece hecha por el sobrino de alguien? Y es que tú no quieres eso para tu negocio, ¿verdad?